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CONGRÉS: LA VILA OLÍMPICA DE LOS CURAS

Congrés es uno de esos barrios que, a la que te despistas, es fagocitado por lo que le rodea. En los mapas sale como Congrés/Indians, aunque son dos barrios distintos bien separados; forma parte del distrito de Sant Andreu, aunque nada se les ha perdido a los de Congrés allí y, a fin de cuentas, sale más a cuenta decir que eres de “metro Sagrera”.
Pero el gran interés del Congrés radica en que es, en miniatura, un retazo del Franquismo hecho barrio a través de su trazado. Lo que en su momento pretendió ser una demostración de poder, es ahora un museo habitable sobre sus taras y alardes.
Imaginaos lo bonita que sería la maqueta del barrio a principios de los 50. La posguerra llegaba a su fin y era hora de presumir de soluciones a la carestía moral, económica y de vivienda que sufría la ciudad. En el centro, una iglesia presidiendo una plaza, algo no muy distinto de una colonia téxtil. A lado y lado de la iglesia, dos colegios, uno de niñas y otro de niños. Alrededor, bloques de pisos.

En verdad, un desaguisado de pisos y plazas interiores. Si el eje de la España grande y libre era la familia (y la subordinación de la mujer a ella), esas plazas servirían para que la prole corretease en libertad, sobre todo hijos de gente afín al Régimen, grandes beneficiados del reparto. Bloques altos, antítesis de las barracas, con entresuelos con balcón (pero entresuelos de verdad, véase foto), y parterres en las esquinas, sempiterno recuerdo de ese pasado rural de los que allí iban a morar. Las ventanas de los bajos, por supuesto, con vistas al salón, porque la gente decente nada tenía que esconder.

En la otra cara de la moneda, las horrendas fachadas posteriores dando sombra a calles vacías; ángulos muertos por doquier, en teoría símbolos de un Franquismo con delincuencia cero y en la práctica meaderos improvisados; más la ausencia de locales fuera del centro del barrio, porque para ir a comprar pan había que tener a la vista el campanario y santiguarse.Todo esto enmarcado en calles que no van a ningún lado (F.Bertrán y Güell, Cep, Tedeschini) en vez de enlazar con las proximidades.

Los vecinos valoran, a día de hoy, que es un barrio tranquilo y bien comunicado. Pero eso no quita que podamos hacerle una visita con espíritu crítico, pensando en voz alta cómo, de darse la ocasión, levantaríamos un barrio entero de la nada y qué mensaje quisieron transmitir quienes sí tuvieron tal oportunidad.

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